Para los romanos el azul se asociaba al salvajismo o barbarie: los guerreros celtas lo usaban para pintarse el cuerpo, sin embargo, para los egipcios este mismo color era muy respetado, representaba el cielo, el río Nilo, la creación y la divinidad. Solían representar a algunos de sus dioses con la piel o el pelo azules. En la Edad Media el pigmento se asociaba con la Virgen María. Joan Miró lo describió como "el color de mis sueños" y quizá tenía algo de razón.
En 1918 Clyde Keeler un experto en genética estadounidense, descubrió estudiando los ojos de ratones ciegos que, aunque estos carecían de los fotorreceptores que permiten a los mamíferos ver la luz, sus pupilas se contraían en respuesta a esta. Exactamente, 75 años después se demostró que todo el mundo, incluso los invidentes, poseen un receptor especial que permite percibir el color azul.
Parece que el maravilloso azul ha conquistado el mundo.